Rapsodia edulcorada pero conmovedora
Columna Jueves Sudaca
Por @laflacadelamor
Cuando Freddy Mercury canta, el universo se detiene. La voz le sale de las entrañas para escaparse perfectísima por esa bocota de dientes gigantes y es cuando el corazón que lo escucha se emociona y da un salto. Y ni hablar de su porte, su carisma, su desfachatez, su histrionismo… Eso hace que hoy siga tan vivo como nunca.
La película Bohemian Rhapsody, estrenada la semana pasada y con un cine lleno ayer miércoles a las 7:20 pm en una plaza meridana, celebra a Mercury y a Queen. Es un film para fans y para aquellos que quieran conocer la historia de una de las bandas más famosas y también controversiales de la historia. Para escuchar la mejor música, aprender algo de lo que fueron estos grandes artistas, sentirse adentro de un concierto, rockear y cantar las canciones, Bohemian Rhapsody es perfecta porque es un tributo a Queen. Pero hasta ahí.
Porque si algo distinguió a Mercury fue su vida musical y personal, llena de recovecos, emociones sexuales y sociales, controversias, múltiples facetas creativas y mucho amor, desolación, drogas y sexo… Todo vivido en décadas difíciles, un tanto pacatas y con la pandemia del sida sobrevolando todo como zopilote.
Sin embargo, la película que comenzó el director Bryan Singer y terminó de filmar su colega Dexter Fletcher -con guion de Anthony McCarten y Peter Morgan- eligió el camino más obvio, ligero y políticamente correcto: el de mostrar la historia de Mercury y de Queen en forma edulcorada, porque la grandeza de la banda radica en indagar en aspectos fundamentales de sus integrantes que, en definitiva, los construyen como los íconos que fueron. No, perdón: que son, inmortales sin lugar a dudas.
Los orígenes familiares de Freddy – Farrokh Bulsara de nacimiento y la reina madre Freddy Mercury luego- su constante soledad, su homosexualidad, complejos y virtuosismo fueron los ingredientes para cocinar su magia. Bueno, de todo eso hay poco y nada profundo, todo muy por encima.
La película comienza y termina con el memorable concierto Live Aid en Wembley, donde la banda enloquece durante 20 minutos a un público en nirvana. Personalmente sentí que fueron 20 minutos reales, con cuatro temas completos donde me hicieron ruido los efectos de multiplicación de la masa del estadio y las repeticiones de tomas de rostros emocionados hasta las lágrimas. Sin embargo, claro, coreé todas las canciones.
Rami Malek está muy bien en el papel del Freddy, aunque al principio se lo ve incómodo con la dentadura postiza y realmente parece más pequeño en pantalla que Mercury. Sin embargo da la talla y con creces.
¿Lo que más me gustó? El proceso creativo de la banda en una casona antigua en el medio de la campiña inglesa, donde surge “Love of my life” y “Bohemian Rhapsody”.
¿Sorpresas? Joseph Mazzello (el chico de Jurassic Park) como el bajista John Deacon y Mike Myers en una interpretación increíble del Ray Foster, el ejecutivo de la discográfica EMI, quien negó la solicitud de la banda para que Bohemian Rhapsody fuera el primer single del álbum A Night at the Opera.
Cortito y al pie: Bohemian Rhapsody celebra a Mercury y a Queen, es una película con la mejor música y cien por ciento recomendable para pasar un buen rato de diversión garantizada. No pidan más, es lo que hay.
Será vista gracias por la intro! Saludos
Gracias por leernos, Gabriel 😀
Ya quiero verla, gracias!!!
Ve a verla y nos cuentas!!! 😀