Recolección de basura y pláticas sobre la vida
José Antonio es desde hace seis años recolector de basura en Progreso y hoy él y sus compañeros están contentos porque el sistema de trabajo se moderniza con nuevos camiones y contenedores. Con él platicamos sobre la chamba diaria y nos cuenta, con lujo de detalles, porqué el trabajo dignifica
A José Antonio hoy le cambió un poquito la vida. Lo encontramos en la Plaza Principal del Puerto de Progreso, donde –frente al Ayuntamiento- había estacionados cinco modernos camiones para recolectar basura, seis motocicletas eléctricas recolectoras y 53 contenedores. José Antonio y sus compañeros de trabajo de Obras Públicas del Progreso los miraban de lejos contentos porque saben que, a partir de ahora, la chamba cambiará. Y para bien.
José Antonio tiene 25 años y hace seis que es recolector de basura. Oriundo de Mérida, hace nueve años encontró el amor en Progreso y allí vive desde entonces, junto a su esposa Flor y su hijito Edward. Este hombre joven tiene plena fe de que, como dice el dicho, “El trabajo dignifica”.
“Trabajé siempre de lo que cayera, albañil, de lo que fuera… Pero tuve una época donde no había trabajo y en el Ayuntamiento estaban buscando gente para recolectar basura, así que me metí a esto”, cuenta José Antonio.
Todos los días de 7 am a 1 pm y si hay chance con horas extras hasta las 3 o 4 pm, José Antonio y sus compañeros –van tres por camión- recolectan la basura de Progreso, Chuburná, Flamboyanes y Chicxulub, entre otras poblaciones. Pasan dos veces por semana y, en época de vacaciones, hasta tres o cuatro veces. Lo recolectado lo llevan a un relleno sanitario en la comisaría de Paraíso.
“No hay cultura de la separación ni de la correcta recolección de basura, la gente deja las bolsas tiradas en cualquier parte y es difícil hacer el trabajo. Nos hemos encontrado con perros o gatos muertos adentro de bolsas y tripas y huesos de pescado, que es muy común acá”, relata.
Y ahí es donde el trabajo se vuelve difícil y hasta peligroso. Los habitantes meten vidrios en bolsas y, cuando José Antonio y sus compañeros las levantan, no hay guante que soporte un corte de un cristal, por ejemplo.
“Me he cortado la mano muchas veces y ahí te tienes que dar una inyección urgente para que no te infectes. Además hacemos la recolección bajo el sol y de repente te cae una lluvia, te empapas y hasta nos da fiebre. Por otro lado está el problema del dengue, en Flamboyanes por ejemplo hay muchos moscos.”, enumera.
A pesar de la adversidad, José Antonio y sus compañeros Jonathan y Mingle, con quienes trabaja desde hace seis años juntos, amenizan la chamba platicando de la vida y “metiendo relajo”. “Algunas veces también, mientras trabajamos, nos ponemos románticos y escuchamos unas cumbias”, agrega, sonriente.
Y hoy día dice que no gana mucho, pero las horas extras ayudan para sumar a la manutención familiar. “Con eso mantengo a la familia y mi mujer también trabaja de recepcionista en un hotel del malecón, así que ella compra la comida diario hasta que yo cobre en la quincena y ahí vamos al súper y compramos para la semana. Es muy importante organizarse”, aclara.
Con una inversión estatal de 13 millones de pesos, Progreso cuenta desde hoy con mejores herramientas para que José Antonio y sus compañeros hagan su trabajo más óptimo y los recolectores están contentos.
“Con los nuevos camiones va a mejorar la chamba para nosotros. Antes teníamos que meter las bolsas en el camión y la forma de compactarla era manual. Ahora el mismo camión mete el contenedor con la basura y la compacta automáticamente. Sin embargo es necesario que la gente cambie la cabeza y separe la basura, eso es fundamental para que el trabajo sea mejor para todos”, concluye.- Cecilia García Olivieri.
(En la imagen, Mingle Jesús, en primer plano y José Antonio, detrás).