“Se abrió una bomba de amor en mi casa que contagió a todos”
En la Semana Mundial del Parto Humanizado, platicamos con Yelska, una mujer yucateca que parió a sus dos hijos en la intimidad de su hogar, acompañada por su esposo y dos parteras. Conoce la experiencia de esta mamá y familia a favor de la información, el respeto y los tiempos de la madre, del bebé y de la familia
La muerte y la vida en un instante, así sintió Yelska Labrada el nacimiento de sus dos hijos. El dolor de parir le generó un sentimiento de muerte y, de repente, estalló la vida de sus adentros y ella misma tomó a sus hijos entre sus manos para sacarlos de adentro suyo y darles vida.
“Se abrió una bomba de amor en mi casa que contagió a todos, así sentí el nacimiento de mis hijos”, nos cuenta, emocionada.
Sí, en casa. Esta mujer de 26 años parió entre las cuatro paredes donde vive. Acompañada de su esposo Miguel y sus parteras Sara y Paulina, fue mamá por parto respetado o humanizado cuando nació Bastian hace casi tres años y cuando nació, Regina, hace un año y tres meses.
Esta Semana el mundo celebra el Parto respetado o humanizado, le pedimos a Yelska que nos cuente qué fue para ella el parto humanizado y las palabras le salen a puro instinto de la boca y el corazón: “Es cuando la mujer y el bebé hacen su trabajo en sus tiempos, porque todo es un proceso y tiene sus momentos. La mamá y el bebé dan la pauta del nacimiento. Lo último que se le desarrolla al bebé son los pulmones y cuando está listo, él manda la señal a la mamá y comienza el trabajo de parto. Normalmente después de la semana 38 se induce el nacimiento. Mis hijos nacieron a sus tiempos, cada uno en la semana 41”, nos relata.
En el parto humanizado en casa no hay suero, ni anestesia, ni medicamentos para el dolor. Por eso, cuando le preguntamos a Yelska qué sintió, ella automáticamente cuenta que pensó que se iba a morir.
“Alucinas de dolor y he coincidido con otras mujeres que pasaron por esto y realmente piensas que te vas a morir. Es una mezcla de miedo, nervios y ansiedad. Sin embargo, cuando logras concentrarte y te ayudas con la respiración, tu cuerpo solito empuja al ritmo del bebé… Es algo maravilloso sentir que, por un lado sientes que te mueres, hasta que oyes que llora tu bebé… El alivio es increíble y ese llanto es como si te cantaran los ángeles. ‘Mi hijo ya está acá’, te dices”, relata, emocionada.
En ambos nacimientos, Yelska parió parada y sostenida por su esposo Miguel, quien la acompañó en todo momento. “Cuando nace, sientes una conexión entre tu cuerpo y tu hijo indescriptible y hasta la fecha lo tengo muy marcado. Cuando baño a mi hija y la abrazo, me transporto a ese momento”, explica.
Las parteras Sara y Paulina fueron claves en sus nacimientos, siempre monitoreando la situación y acompañando a la familia. Yelska todavía recuerda las palabras de Sarah en su primer parto respetado: “Tú lo va a hacer sola con tu hijo, yo estoy aquí para acompañarte y entro cuando sea necesario”, le decía, con mucho amor.
Le pedimos a Yelska un mensaje en esta Semana Mundial del Parto Humanizado: Es importante que te informes bien, conozcas más tu cuerpo, investigues sobre el tema, te asesores… Y si decides parir en su casa, es fundamental que la gente que te rodee, esté a favor de tu decisión y te apoye, porque lo más importante es rodearse de puro amor”, concluyó.
En México actualmente no hay legislación que profundice en la práctica del parto humanizado. La atención obstétrica se restringe a la atención hospitalaria y sólo en algunas clínicas privadas se practica el parto respetado.- Cecilia García Olivieri.