“Ser Cristo me dejó feliz y contento por dentro”
Auténtico, humano y muy nuestro, la 10° edición del viacrucis viviente del Cereso de Mérida, se llevó los aplausos de los cientos de asistentes que vivieron la pasión de Cristo hoy, en la piel de Limón, el hombre preso que actuó de Jesús
Como Jesús, Limón tiene el pelo largo y bigotes, le falta la barba. Podríamos decir que esas son las únicas semejanzas con el Cristo que murió hace miles de años, un día como hoy, clavado en la cruz.
Limón -así le dicen en el Cereso al hombre preso que interpretó este Viernes Santo a Jesús en la 10° edición del viacrucis viviente del penal meridano- no tiene otras afinidades físicas con Cristo, pero el amor que le puso a la actuación de hoy borran todas las diferencias y valen varios aplausos de pie.
Hablemos de las diferencias: Limón está todo tatuado. Debajo de su pecho lleva escrito “Lydia” y, a la altura de un prominente vientre, remata la frase: “Perdón por tus lágrimas, linda madrecita”. Un brazo está ausente de tatuajes y en el derecho lleva escrito el nombre de su hijo. En la espalda, en semicírculo, tiene tatuado: “Las reinas de reinas”, y aparecen los nombres de sus hijas.
Limón no es tan flaco como nos cuentan que fue Jesús en el calvario y, más allá de que el viacrucis fue todo un desafío físico para él, lo tomó en todo momento con una sonrisa. Limón, en la piel de Jesús, sufría por los latigazos y el peso de la cruz, pero también sonreía, en todo momento.
La intensidad y drama que conlleva un viacrucis viviente es fuerte. El evento que se hace cada año el Acanceh -uno de los más importantes de Yucatán para conmemorar la Semana Santa- es fiel muestra de la angustia de ver a Cristo en pleno sufrimiento, con un pueblo entero que lo acompaña.
Aquí también encontramos diferencias: la puesta en escena del viacrucis viviente de hoy en el Cereso estuvo también cargada de dramatismo, pero todo era más humano, más imperfecto, más nuestro. El locutor que llevaba micrófono e iba relatando las estaciones del calvario de Jesucristo para los cientos de espectadores, daba a sus vez indicaciones en “alta voz” a Limón, los soldados, María, Magdalena y demás actores y hasta les dictaba la letra. Todos cumplieron a rajatabla su rol de forma impecable.
Ver a Jesús crucificado en la enorme cruz de Acanceh, te angustia. Por la altura en la que está el Cristo actor y por el sufrimiento del momento. Aquí, a Limón lo subieron entre varios a la cruz (no tan alta como la de Acanceh) y en un momento todos vimos cómo Limón se empezó a ir para un lado con cruz y todo. Preocupados, los espectadores dimos el aviso y todo se solucionó en un abrir y cerrar de ojos. En medio del drama del momento, todos sonreímos, entre rezos y un fuerte alivio.
Y lo mejor de todo hoy en el viacrucis viviente del Cereso, fue la actitud de Limón al terminar su actuación. Como Cristo Resucitado, emergió de la muerte de abajo de una sábana blanca, se puso de pie, se acomodó la ropa y platicó con Sumario Yucatán.
Limón tiene 43 años y está preso hace dos por incumplimiento a la obligación de asistencia familiar. “Por manuntención”, dice él en forma abreviada. En julio próximo saldrá en libertad.
“Soy creyente a mi manera, mi mamá Lydia está muy pegada a la iglesia, pero yo no. Eso sí, todos los días rezo y dio gracias a Dios por estar vivo”, cuenta.
Limón dice que desde que “Estaba en la calle”, quería representar a Cristo en un viacrucis viviente. “En esta edición no hubo nadie que se ofreciera en el Cereso, así que acá estoy. Le doy gracias a Dios por dejarme participar”, señala, un poquito emocionado.
¿Qué te dejó esta experiencia? Le preguntamos. “Me dejó feliz y contento por dentro y estoy agradecido con todos los que me ayudaron a hacer este papel que es tan importante”, nos responde.
A Limón le faltan menos de tres meses para salir libre. “Lo primero que voy a hacer cuando salga es dar gracias a Dios y empezar a trabajar. Soy electricista en la calle y también chofer, pero trabajaré de lo que sea, lo que caiga de chamba siempre viene bien”, concluyó el Cristo actor, y se fue a tomar foto con sus compañeros”.- Cecilia García Olivieri.