Un largo camino
Columna: De aquí para allá
Por Roberto Acevedo Acosta
No hay tema más importante para los millones de mexicanos que la seguridad, la que en los últimos 20 años sufrió un deterioro con una culpa repartida entre malos gobiernos, una clase política indiferente, una gran corrupción de los cuerpos policíacos y una delincuencia más organizada y estructurada.
Se han escrito mares de tinta de los cómos y los porqués y parece que después de esa larga noche, aún no encuentran la fórmula para reducir los niveles de violencia y desamparo que ha provocado el disparo de la actividad delictiva en el país.
Pocos sitios en México se salvan de la presencia de la delincuencia en sus diferentes expresiones y muy pocas personas pueden decir que no conocen a nadie que no haya sufrido algún episodio desagradable relacionado con la violencia.
Parece que los años inmersos en este espiral no nos han dado el conocimiento para enfrentar de mejor manera a los que lo provocan. Por el contrario, parece que la sociedad mexicana ha aprendido a lo largo de este tiempo a tener una gran resignación sobre el presente y el futuro próximo.
Muchos dirán que la llegada de López Obrador al poder representa una esperanza para cambiar las cosas pero el presidente en sus discursos se ha encargado de emitir señales confusas sobre cómo atacar éste flagelo social.
Un día dice que “ no va ser con violencia” como las cosas van a cambiar. Al otro dice que son los militares los que deben encabezar la lucha contra la delincuencia organizada. Denosta a la Policía Federal y promueve la creación de la Guardia Nacional, al parece militarizada.
Al final no se percibe una estrategia basada en los años de experiencia sino en la clásica política de borrón y cuenta nueva en materia de seguridad.
Todo lo hecho en el pasado no sirve y lo que haremos nosotros sí servirá, por lo menos ese es el tono en el discurso gubernamental, mientras las cifras de robos, secuestros, homicidios y narcotráfico aumentan.
Hay aspectos que me parecen válidos recalcar en esta lucha por el bienestar de las familias mexicanas:
La delincuencia y la violencia que viene acompañada de ella no se va a detener con una Guardia Nacional, sino con una mayor inteligencia, en el entendido de grupos altamente entrenados en todos los terrenos posibles para ir minando el poder de las organizaciones criminales que operan en gran parte del país.
Hay que rediseñar el modelo policíaco mexicano.
Cambiar el modelo carcelario del país. El actual está agotado y rebasado. Basta recordar cómo la mayoría de las llamadas que intentan extorsiones provienen de los penales y a pesar de que las autoridades los saben, no quieren hacer mucho para neutralizarlas, a pesar de que existe la tecnología para ello.
Muchos grupos criminales operan como paramilitares, tanto en su organización como en su armamento y como tales se les debe de aplicar leyes diferentes que permitan su combate y desmantelamiento. No es posible pensar en derechos humanos a alguien que porta un fusil de asalto Barret calibre .50, capaz de derribar a una aeronave militar.
Me parece que la inminente creación de una Guardia Nacional con mando militar se va a quedar corta en su intención de reducir a las organizaciones criminales. El verdadero cambio está en tener claro a quién combatimos y la forma en qué se hace.
Grupos delincuenciales de más de 10 integrantes no pueden ser tratados y juzgados con las actuales leyes. Deben ser abordados desde otra óptica.
Se tiene que romper el paradigma pero no sólo en el discurso, sino en los hechos ya que en el pasado se reformaron leyes, se crearon nuevos cuerpos policíacos y nada funcionó.
Se tiene que cambiar la óptica y perfil del delincuente para combatirlo de una manera más eficaz. Por lo pronto hay mucho por hacer.