“Dejar el mundo atrás” y la fragilidad humana otra vez bajo la lupa
Columna Lunes Sudaca
Por @LaFlacaDelAmor
Sin rasgarme las vestiduras y con la mano en la cintura, te digo que la película recientemente estrenada en Netflix “Dejar el mundo atrás” (Leave the world behind) está “buena”, atrae con sus conspiraciones y no deja de entretener. Además, el elenco vale la pena con una Julia Roberts que, por primera vez en su vida artística, dice malas palabras, es desconfiadísima y asegura que odia a la gente. Dale chance y me cuentas:
Con la tecnología metida hasta en los huesos, sería el colmo pensar que, por un apagón masivo, te desconectas del mundo ¿Verdad? Y también sería el colmo que, justo en ese momento, un ciberataque deje todo dado vuelta… ¿Qué harías? ¿Adónde irías? ¿Cómo protegerías a los tuyos? ¿Cómo sabrías realmente qué está pasando?
De teorías conspirativas trata la recientemente estrenada “Dejar el mundo atrás” (Leave the world behind), dirigida por Sam Esmail y con un elenco de primera: Julia Roberts, Ethan Hawke, Mahershala Ali, Myha’la y Kevin Bacon.
Y si de conspiraciones hablamos y están bien contadas, todo se vuelve atractivo y, claramente, te enganchas. Ese efecto produce este thriller de final abierto que primero te desinforma, luego te va tirando pistas chiquitas y diálogos donde vas atando cabos hasta que entiendes todo un poco mejor y la paranoia cunde en pánico.
Dejar el mundo atrás es una novela de Ruman Alaan publicada en plena pandemia, así que la paranoia por lo desconocido es el centro de la historia y tu y yo ya entendemos más de estos temas porque lo vivimos.
Una familia con hijos adolescentes de Nueva York decide alquilar una casa en Long Island por el fin de semana. Al llegar se encuentran con que los celulares no funcionan, los teléfonos tampoco, ni la tele ni el iPad donde la más pequeña de la familia de 13 años está desesperada porque no puede ver el último episodio de Friends (este dato no es menor, sobre todo al final).
Y pasan otras cosas rarísimas cuando van al mar y un enorme barco petrolero encalla directamente en la playa donde están tomando sol. Además, aparecen de la nada decenas de siervos en el jardín de casa que, silenciosos, se les quedan mirando.
Todo muy intenso.
Y para continuar en la misma onda, a la noche tocan a la puerta un padre con su joven hija que dicen ser los dueños de esa casa alquilada y que, como hubo un apagón masivo en la ciudad, decidieron que podrían pasar la noche allí, en su hogar, ya que no pueden llegar a Nueva York.
Y pasan más cosas raras a saber: flamencos que aterrizan en una piscina de agua climatizada, autos que se conducen solos para chocar unos con otros, otra vez los siervos, amenazantes, dientes que se caen de boca ensangrentada, un bunker listo para el fin del mundo….
Desconfianza, miedo, elucubraciones, sin tecnología ni luz hace que la pregunta sea inevitable ¿Qué está pasando? ¿Qué les está pasando realmente?
Ante un mundo que probablemente se desmorone ante el apocalipsis, “Dejar el mundo atrás” nos muestra sin medias tintas cómo podemos sucumbir como humanidad en un abrir y cerrar de ojos ante un posible fin. Ante la posibilidad de que todo salga mal ¿Cómo lo enfrentamos? Otra vez la fragilidad de la civilización bajo la lupa. Sí ya sé, la premisa no te cambiará la vida, pero te mantendrá entretenida/o/e.
Dato no menor: Barack Obama (el ex presidente) no solo fue productor ejecutivo de la película, sino que también colaboró con el guion, aportando su experiencia y conocimiento sobre temas políticos, sociales y tecnológicos.