La sana distancia
Columna: De aquí para allá
Por Roberto Acevedo Acosta
En los últimos días sea ha generado una gran polémica al darse a conocer la terna que envió el presidente de la República al Senado para elegir a un nuevo integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Los nombres presentados ante el Senado corresponden a dos integrantes de Morena y el último a la esposa de un contratista muy cercano a los intereses de Andrés Manuel López Obrador, todos con un perfil de una alta incondicionalidad al Ejecutivo Federal, lo cual contradice el respeto y la sana distancia que debe de existir entre los poderes de la Unión.
Llama poderosamente la atención el perfil de las candidatas, tres reconocidas abogadas. Dos de ellas, en el pasado, ya fueron propuestas para un cargo similar y fueron rechazadas por el Senado. El primer nombre que aparece es el de Loretta Ortiz, miembro fundador de Morena y esposa de José Agustín Ortiz Pinchetti, quien fuera Secretario de Gobierno y gente incondicional a López Obrador cuando fue “Jefe de Gobierno” del Distrito Federal.
El siguiente nombres es el de Celia Maya, también miembro fundador de Morena con una amplia carrera en el Poder Judicial de Querétaro, donde fue candidata perdedora del PRD por la gubernatura y en el 2012 aspiró a ser senadora por Morena y también repitió en una terna por parte del presidente al cargo de Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En esa ocasión obtuvo cero votos, ya que para muchos legisladores su exposición para obtener el cargo fue muy deficiente.
Y la última, y tal vez la más polémica, es Yasmín Esquivel, con una carrera jurídica que en los últimos años destacó como magistrada en el Tribunal de lo Contencioso Administrativo de la Ciudad de México, cargo propuesto por el entonces jefe de gobierno Marcelo Ebrard, hoy Secretario de Relaciones Exteriores.
Esquivel es esposa de quien los medios han bautizado como el “contratista más cercano” a López Obrador: José María Riobóo, personaje cuya empresa ganó adjudicaciones multimillonarias para construir el “Segundo Piso”, obra insignia de la gestión de AMLO al frente de la Ciudad de México y que recientemente volvió a llamar la atención al ser el “autor intelectual” de la propuesta para rechazar la construcción del nuevo aeropuerto de la capital del país y sugerir la base aérea de Santa Lucía como la mejor opción para ese fin.
El presidente con esta terna para sustituir a la magistrada Margarita Luna Ramos -quien deja el cargo por término de su mandato- navega en la cuerda de una corrupción moral y él lo sabe, pero al parecer poco le importa el qué dirán ya que su partido (Morena) tiene mayoría en el Senado y sólo necesita los votos de mayoría calificada, que la tiene, y de sus aliados para dar paso a algo que sin duda es moralmente reprobable.
Y es aquí cuando el tema de Puebla sale a relucir. No hay que olvidar que Morena apoyó la designación de un priísta como gobernador interino en Puebla por la muerte de la gobernadora panista Martha Érika Alonzo y en la política no hay casualidades.
Ese nombramiento le correspondía a gente del PAN pero Morena, al ser mayoría en el congreso poblano, designó al tricolor Guillermo Pacheco Pulido y por ende ese “favor” se lo van a cobrar con el voto priísta a la propuesta de López Obrador para la Suprema Corte. Y luego dicen que no existe la alianza entre Morena y el PRI, que algunos llaman “primor”.
Sin duda es clara la intención del presidente de tener una corte alineada con sus intereses. Basta recordar el enfrentamiento de los primeros días de su gestión cuando el Ejecutivo Federal cuestionaba los altos sueldos en el Poder Judicial y de los ministros de la Suprema Corte. Creo que en su diagnóstico López Obrador calcula que el interés público no mira con mucha atención lo que pasa en el Poder Judicial.
Temas de abogados y leyes no le importa mucho a la gente, lo que abre la posibilidad de que cuestiones de alto impacto no sean analizados con el rigor que se debe, lo cual no deja de ser muy contradictorio que por un lado se hable de democracia, congruencia y moralidad, y por el otro lado se haga todo lo contrario.
Al presidente López Obrador le cuesta trabajo entender que la democracia no es sólo con tus incondicionales, sino que es la suma de talentos de los que no piensan como tú pero que tiene el mismo objetivo de hacer las cosas bien por el país y en ese sentido una terna sin militancia, con una distancia sana, con probada capacidad moral y técnica lo iba a poner del lado de la congruencia. Sin embargo, al no hacerlo, lo pone de nueva cuenta en el lado de la terquedad e intransigencia. Ya lo dijo una vez: “Aquí mandó yo”.
(La imagen es de El Financiero).
La realidad es lo que es…