Dejemos solos a los malos
Columna Domingo Sudaca
Por @LaFlacaDelAmor
“Para dejar solos a los malos tenemos que intentar ser buenos”, Leo en una columna de Beta Suárez, en la revista Oh La La, y la frase no para de hacerme caminitos que se bifurcan en la cabeza desde hace días.
Es una propuesta genial la de Beta: “cancelar” a los malos. Ejercer el castigo y retirar la visibilidad a quienes joden a los demás. Pero para eso, claro, primero tú, yo y todos tenemos que ser buenos.
Esto viene a raíz de la frase políticamente correcta y tan en boga de: “No se opina sobre el cuerpo de los demás”. Es clara, la entendemos los seres humanos de casi todas las edades, pero por más que la repetimos como loros, no la llevamos a la práctica, nos cuesta un chingo ejercerla.
Voy a poner mi cuerpo como ejemplo. Soy flaca de toda la vida. Y hubo épocas (en todas mis edades) en las que la gente me decía: “Pero qué flaca que estás”, con el “pero” adelante y con cara de lástima, cómo si me estuviera muriendo de algo inexplicable. Estamos acostumbrados a escuchar estas críticas que nadie pide hacia los personas gordas, pero también nos pasa a los flacos.
No saben lo mal que hace y no importa cuantos años tengas, el daño se adapta a tu cerebro de seis, 15, 28, 42, 64 o los años que estés viviendo. Y daña. En la primaria fui “Piernas locas Crane” para muchas y muchos (flaca, narigona y de piernas muy largas), ese pajarraco de la época de la Pantera Rosa ¿Se acuerdan? Aquí se los dejo para la nostalgia.
Y no sólo tiene que ver con los kilos de más o menos que tengas. También la gente opina -opinamos- sobre cómo se visten los demás, si es alto o bajo, si ha envejecido (envejecer es irremediable y totalmente normal para la especie), cómo habla, cómo cría, etc.
Qué hartazgo.
Y las redes sociales son un caldo de cultivo para, desde el anonimato que te da una computadora o un teléfono, despotricar a diestra y siniestra, sin ton ni son, erráticos. Algunas veces siento que son como aluviones de críticas negativas y, más allá de que podamos entender que “no son más que redes sociales”, algunas presonas pueden no vivirlo así y realmente sentirse tremendamente mal.
Cancelemos a los malos que hacen esto. Empecemos de a poquito, en nuestras redes, a la gente que nos sigue o seguimos y opina sobre los demás. No las demos espacio a hacerlo. …
Y no lo hagamos nosotros tampoco. En su columna Beta aconseja tragarse comentarios aunque te parezcan graciosos y nunca compartir posteos o memes que hablen sobre el cuerpo de los demás. Y dice: “Antes de dar una opinión que nadie te pidió sobre otra persona, sigue de largo, que hay más para ver en las redes que el tiempo que tienes para hacerlo. Y recuerda que cada agresión es en realidad una confesión”.
Tengo una hija de 17 y un hijo de 12. Pregúnteles a sus hijos si está bien opinar sobre el cuerpo de los demás y si lo hacen. Más allá de qué los chicos también pueden ser “políticamente correctos”, siento que tienen más claro el panorama que nosotros los adultos. Tengo esperanza en las nuevas generaciones, sobre todo si nosotros nos volvemos un ejemplo para ellos.
La salud mental mundial está mal, descuidada, en jaque. El 10 de septiembre el mundo visibiliza el Día de la Prevención del Suicidio y si nos ponemos entre todos las pilas, daremos nuestro granito de arena al dejar de opinar sobre cuerpos, condiciones o edades de las personas… No es imposible y sería un gran paso para la humanidad. Empecemos desde nosotros mismos, desde la casa, con la familia y amigos. Viralicemos este tema ¿Estamos dispuestos?