De “anolar” un manjar de los dioses
Si algo me enseña esta tierra es que siempre puedo aprender y aprehender cosas nuevas… Y buenas. Ayer Yucatán me enseñó dos: la palabra “anolar” y la huaya, una delicia que nunca había probado en mi vida y me dejó fascinada.
Desprendí de una mata chiquita una frutita redonda y verde, le hice un tajito con mi uña, quité la cáscara de forma completa y ante mis ojos apareció una delicia naranja, pulposa y brillante que automáticamente llevé a mi boca porque invitaba a hacerlo ¿Qué decirles? Un sabor suavemente dulzón con una notitas agrias se me desparramaron por todas las papilas gustativas y ahí mi boca empezó a anolar esa pulpa que cubría el carozo redondo.
La palabra “anolar” viene del maya (“nol: cosa roída entre la boca”. “no. lah: v.a. roer entre la boca cosas duras y redondas: roer huesos”), me contó mi colega Rafael Gómez Chi, que lo leyó en el libro “Estudios Lingüísticos”, de Alfredo Barrera Vázquez. La pulpa con carozo de la huaya se paseó por toda mi boca y la “gusté” con una felicidad que ni les cuento…
Y de colofón es imprescindible saber que esta maravillosa fruta de estación tiene muchas propiedades que le hacen retebien a nuestra salud, nos cuenta la nutrióloga Kenny Magaña Luna: Es rica en agua, tiene vitamina A y Ce que contribuyen a nuestro sistema inmune y su contenido en fibra ayuda a la digestión.
Me contaron que con chile y limón sabe deliciosa… ¿A ti te gusta? – CGO.