De viajes en combi y a la espera de una movilidad digna
Columna “Miércoles Sudaca”
Por @LaFlacaDelAmor
La movilidad digna que esperamos las y los que viajamos en combi, todavía no ha llegado a Mérida, Yucatán. Se viaja mal, muy mal y con estos calorones ni les cuento. Somos muchas personas metidas en una lata caliente. Nos veo y me imagino una lata de sardinas, todas pegaditas. Las combis –en general en mal estado- apenas tienen cuatro ventanas abiertas atrás y ese es todo el aire que circula. Viajar en combi es indigno.
El otro día un hombre sentado a mi lado, se durmió. Porque eso hace el calor extremo: TE PRIVA. Y yo creo que es hasta un método de defensa del cuerpo para transitar casi inconsciente el viaje tan caluroso. El tema es que el hombre tenía como sueños cortísimos, desvanecimientos que hacían que se fuera para un lado –donde estaba yo- y para el otro –donde estaba otra mujer. No podía dormirse derecho y cada vez que chocaba su anatomía contra nosotras, se despertaba abruptamente, como asustado. Fue un viaje horrible para él y para nosotras.
En combi se viaja contranatura. Si tienes suerte, vas adelante con el conductor y ni te importa el calor y la radio a todo volumen. Si viajas atrás, tendrás suerte se vas en el sentido del trayecto, sino irás sentado de costado o de espaldas al viaje. La sensación es fea.
Además, está el tema del cupo… Si la combi no se llena, no sale. Y si llega a lugares como el Seguro Social y está semi vacía, ahí se queda el conductor el tiempo que él considere necesario para que quede repleta. El calor, la falta de aire y el apretujamiento no importan. Los pasajeros no importan. La movilidad no importa. Quienes manejan hoy día el negocio de las combis NO HACEN NADA DESDE HACE AÑOS. Si la solución no viene del cambio que plantea el Gobierno, seguiríamos así ¿Por siempre?
¿Evitaría las combis? ¿Claro que sí! Pero donde vivo los camiones (que no son Va y Ven) tienen una frecuencia espeluznante. Si tienes suerte pasan cada muerte de judío, como dicen por acá. Están destartalados como todos los que no son Va y Ven, pero por lo menos tienen más espacio adentro y se respira mejor.
Eventualmente tomo autobuses Va y Ven y el cambio es abismal. Puedes estar o no de acuerdo con la gestión del actual Gobierno del Estado, pero que el cambio a una movilidad digna ya esté encaminado es un gran paso para Yucatán, tomes o no transporte público. Preferir lo que teníamos antes es realmente un retroceso en todo sentido.
¿Qué tiene que funcionar bien el nuevo sistema de movilidad? ¿Claro que sí y es innegable! Poner al pasajero como protagonista de una movilidad digna es la clave del éxito. Los autobuses y combis van llenos de gente que trabaja y estudia, que mueve al estado, que genera ingresos, que paga impuestos, que emprende, que le da de comer a sus hijos, que viaja a un hospital porque está enfermo y necesita curarse para seguir trabajando y manteniendo a los suyos. Súbense a un camión o a una combi y compruébenlo.
Hoy pasaron dos combis y no me subí esperando que arribe un camión, pero SIEMPRE NO. El tiempo pasa y se asoma doblando la esquina otra combi. Suspiro con todas mis fuerzas, extiendo la mano y pido parada, otra no me queda. La lata blanca y caliente con cuadro ruedas se detiene y se abre abruptamente la puerta para que suba.
Me doblo toda para entrar, saludo como me enseñaron mi mamá y papá con un sonoro “Buen día”, pago los $8 al conductor y visualizo un espacio para acomodar mi anatomía. Apenas entra mi trasero en el asiento porque el hombre a mi lado tiene las piernas abiertas como si tuviera una bomba que no puede apretar en su ingle. Le pido que me haga un poco de espacio, lo hace a regañadientes y saco mi abanico azul para apantallarme, mientras me seco el sudor que me chorrea de las cejas.
Ojalá me duerma, me prive y, cuando despierte, ya tengamos un mejor medio de transporte de combis para todas y todos, el que realmente nos merecemos. Ojalá, eso sí, no “me prive” demasiado tiempo…