La inspiración para tener alas desde la trinchera del amor
Columna Domingo Sudaca
Por @LaFlacaDelAmor
“Mujeres Extraordinarias” tiene una hermosa contradicción que me encantó. Porque no se queda ahí, en el nudo jodido y apretado, sino que lo desata y fluye. Esta obra de teatro-danza nos cuenta la historia de mujeres muy genias de la historia, que ROMPIERON ESQUEMAS DE TODO para dejarnos algo bueno a nosotras y las que vienen… Sin embargo la vida de todas terminaron mal: con suicidios, sobredosis, soledad absoluta, enfermedades, tristezas… Ni una se salva. Pero… la contradicción está en que NOS SALVAN A NOSOTRAS.
No me gusta escribir reseñas de eventos a los que ustedes ya no pueden ir porque, lamentablemente y hasta ahorita, Mujeres Extraordinarias sólo se presentó anoche, con dos funciones, en el Teatro Armando Manzanero. No sé si esto sirva, pero ojalá motivo a esta crew maravillosa a que regresen muy pronto…
Sobre un escenario casi vacío y un fondo que contaba historias, Karina –que se hace llamar Julia, como su abuela- está trabada, atada de manos y pies porque las musas no llegan a ella para escribir una obra sobre Mujeres Extraordinarias. Entonces, se le aparece su abuela muerta para salvarla (“No hay nada más extraordinario que una mujer juntando las piezas de otra”, dice tan asertivamente Silvia Káter en el papel de una abuela bastante loca y hermosa) y todo fluye para bien.
Pero no están solas… Cada vez que traen al ruedo a una mujer extraordinaria de nuestra historia, aparece una troupe maravillosa de seis bailarinas que moviendo todo el cuerpo y sin articular palabra, hablan, gritan, abrazan, lloran y se contorsionan hasta con el alma… ¿Quién dijo que el baile no tiene voz?
Volviendo a la contradicción, todas las mujeres que llegan al ruedo de la imaginación de Natalia Sosa en la piel de Karina-Julia, han sufrido un chingo en sus vidas. Eran capas porque Chavela Vargas, con esa voz de hembra gruesa, rota y quebrada, derrochaba valentía; Coco Channel nos liberó del corset para que respiráramos sin miedo; Marylin Monroe demostró que se podía actuar, cantar, ser preciosa y sexy, escribir poesía maravillosa y ser mujer; Janis Joplin y Amy Whitehouse nos enloquecieron de libertad con sus voces descomunales; María Fénix fue mucho más que “La Doña” en un México de machitos altaneros; Frida Khalo tuvo los ovarios y el coraje de pintarse ella y a nosotras mismas con el alma al aire… Todas fueron tremendamente grandiosas, sufrieron mucho y dejaron un legado invaluable. Ahí está el regalo de la esta pieza de arte y es todito para nosotras y nosotros, no importa el género.
Ya sé y como decía la abuela… “Es difícil andar por la vida como si nada, cuando todos te ven como si todo”. Sin embargo, quererse a una misma es el comienzo del camino porque “El amor propio no es veneno, es el antídoto”.
Porque si de algo podemos estar seguras, mujeres, es que el dolor poderoso del cuerpo, mente y alma existe, pero sepamos que tenemos el don de sanarnos desde la trinchera más poderosa que es la del amor.
¿Que nos vamos a morir? Pos claro… Pero ahora estamos vivas y renacemos cada día. Y con sororidad es todo más fácil: “Una mujer que inspira a otra tiene unas alas enormes”, dice Karina-Julia.
¿Te queda alguna duda de que todas somos Mujeres Extraordinarias? A mi no. Yo soy extraordinaria 🙂 .