El huachicol evidenció varias cosas y confirmó otras
Columna: De aquí para allá
Por Roberto Acevedo Acosta
El huachicol evidenció que no hay que ser muy mal pensado para atar cabos y entender que el mayor huchicolero está o estuvo dentro de Petroleos Mexicanos (PEMEX). Sólo gente con capacidades técnicas muy específicas pudieron saber de la extracción, lugares y distribución del combustible al grado que el robo del mismo no representara un problema.
Como no hay datos duros por parte de las autoridades sobre la autoría del robo -solo se dice que hay investigaciones sin profundizar en los detalles-, la especulación sobre quiénes pudieran ser los responsables abarca a todos.
Desde el sindicato, directivos de la paraestatal, empleados y gobierno. No se sabe mucho sobre hacia dónde van las investigaciones, pero a nadie le sorprendería saber que el robo fue para financiar -desde campañas políticas hasta lo impensable-, además de enriquecer a los funcionarios en turno que controlaban varios aspectos de PEMEX, como es el caso del General Eduardo León Trawitz, hasta ahora el único nombre de cierto nivel que se está investigando; el mencionado fue jefe de escoltas durante la gestión de Enrique Peña Nieto como gobernador del Estado de México y que a la postre, como premio a su lealtad o como pieza clave para operar los intereses de un grupo o persona, fue puesto como jefe de seguridad de las instalaciones de la petrolera a nivel nacional.
Solo por el grado de responsabilidad se entiende el por qué de la investigación, pero ojo, seria muy ingenuo pensar que el “Operaba solo”, ya que el robo de combustible no es sólo llegar, abrir y sacar. De entrada se tiene que tener un conocimiento técnico para saber a la velocidad que viaja el combustible, las condiciones en las que viaja, los horarios que fluye, medidas mínimas de seguridad y equipo para la extracción… Y ese tipo de información sólo la manejan unos cuantos dentro de la paraestatal. Y esos cuantos a su vez deben tener equipos de trabajos con los que comparten la información.
No sabemos por cuánto tiempo el autorobo en PEMEX ha sido una práctica común. Ese dato seguramente existe, o por lo menos en leyenda urbana, pero es de consumo interno, o eso se creía.
El término huachicol relativamente es nuevo entre la mayoría de los mexicanos. Y seguramente fue remarcado por la prensa para darle ese toque que hace que la gente voltee a mirar la noticia. No son muchos los años que se empezó a mencionar y a señalar a vecinos de pueblos localizados en zonas poco conocidas como los responsables del delito. A ellos se les empezó a llamar “huachicoleros”. Sin embargo algo pasó que la información clave que sólo la manejaban unos cuantos, saltó de las oficinas de PEMEX a la calle y con ello “A río revuelto ganancia de pescadores”.
Hay quien dice que los huachicoleros son parte de una estrategia, muy maquiavélica por parte de la gente de PEMEX, para disfrazar el robo de combustible al atribuírselo a particulares y con eso desviar la atención.
Hay quien dice que al crimen organizado le dieron el pitazo y estos se fueron con todo para tener un pedazo del pastel.
Hay quien dice que una mañana a un vecino de una localidad remota, por donde pasa un oleoducto, se le ocurrió sacar una segueta para abrir un ducto, sacar combustible y hacerse millonario. Lo que es una realidad es que el robo de combustible se fue a la calle y con ello se evidenció y popularizó el delito.
Al saltar a la fama los huachicoleros y ser noticia, no le quedó de otra al gobierno que “combatirlo” con resultados hasta la fecha muy pocos loables. Uno que otro decomiso, uno que otro detenido, siempre de perfil muy bajo. Pareciera que al aparato gubernamental con todos los recursos que tiene era superado ampliamente y por mucho. Obviamente el tema se convirtió en parte de la agenda durante la pasada campaña electoral al grado que fue promesa presidencial su combate y erradicación.
Nadie, incluso los más feroces críticos del presidente López Obrador, le pueden reprochar su intención de acabar con el robo de combustibles pero en las formas y en la estrategia el presidente se está jugando muchas cosas.
Si logra dar un golpe de autoridad y consignar ante un juez a un o varios “peces gordos” y con ello sentar un precedente que reduzca el robo de combustible, sin duda habrá encontrado la pieza que necesita para pasar a la historia como el mandatario que luchó contra la corrupción.
Por el contrario, de no lograr un éxito con su actual estrategia de cerrar los ductos y reorganizar la distribución del combustible, lo que ha dado pie a desabasto, en ciertas partes del país, el presidente habrá dado un paso que difícilmente lo podrá revertir y será su sombra por lo que resta de su administración.
Muchos analistas ven en estas acciones de López Obrador un desgaste y riesgo innecesario a escasos dos meses de su gestión. Lo pudo haber hecho de otra manera sin la afectación que están viviendo miles de personas, y todavía no está claro los alcances y repercusiones por estas medidas, pero el presidente optó por querer hacerlo así, y con la suya hasta el final.
Lo dicho. Se está jugando mucho de su capital político.
(La imagen es de Notimex, en reciente rueda de prensa del presidente Andrés Manuel López Obrador).