Qué me van a hablar de heladez
Columna Viernes Sudaca
Por @laflacadelamor
Ya escribí sobre la heladez, les soy sincera. Es el segundo invierno que paso en Yucatán desde nuestro regreso a tierras del Faisán y del Venado y aunque ya pasé como seis inviernos antes, siento que esos no cuentan. Me acuerdo más del calor y no soy de padecer rencores climáticos, así que borrón y cuenta nueva.
Como estamos en plenos días de heladez, me dieron ganas de escribir de nuevo sobre el tema. Nací y crecí en un lugar donde las cuatro estaciones están bien marcadas. En Buenos Aires, de noviembre o diciembre a febrero o marzo hace calor, en marzo/abril comienza el otoño, en junio arranca el invierno (en Buenos Aires no nieva pero las temperaturas puedan bajar a -2 o -3 grados) y en septiembre llega la primavera. Y así…
Cuando era niña, recuerdo ir a la primaria en mi natal Mercedes y que los charcos de la calle estuvieran helados, con escarcha. Hoy el clima está tan loco que en invierno te puede tocar un día de más de 20 grados y en pleno verano, como anoche, unos rabiosos 14 grados. La gente que odia el calor como mi amigo Decu saltaba en una pata de felicidad. Le recordé que no festejara tanto, que en febrero puede llover fuego.
Yo amo el frío, lo disfruto mucho. Me encanta para hacer todo lo que se puedan imaginar. No lo veo como un impedimento de vida, al contrario. Uno se abriga bien y sale a hacer las cosas. Al calor lo vivo con más complicaciones porque no puedo “correrlo” de mi vida. Se instala y me invade de pies a cabeza. Y algunas veces me tira abajo.
O sea que las mañanas frescas y las noches frías de estos días me ponen muy feliz, las disfruto enormemente. Eso sí, la heladez sí existe. Antes me llenaba la boca diciendo que ustedes exageraban, pero ahora les doy la razón. No es comparable a los inviernos sudacas, pero cuidado porque, como el sereno, es engañosa.
Eso de que “Uno se abriga, se abriga y el frío sigue”, es cierto. Es todo culpa de la humedad. Por eso lo mejor que podemos hacer es bañarnos seguido para que el cuerpo esté limpio y libre de humedad y así le hacemos “media verónica” con el capote a la heladez.
Antes no me hacía mella que me diera gripa, pero ahora que regresé con hijos sí me preocupa el tema de la heladez. Los nenes no se enferman casi nunca pero igual es importante tomar precauciones en estos días.
Como duermen en hamaca (dejaron la cama hace meses y disfrutan mucho de adormecerse como en un capullo), las subimos un poco más del piso, les pongo un tapete abajo o papel de diario y los envuelvo como tamales para dormir. Ellos, felices. Me da la sensación de que se sienten bebés de nuevo. Obvio que a la madrugada se destapan, pero ahí va la “obse” (o sea yo) a verlos y abrigarlos.
A la escuela van abrigados pero no tanto, tampoco exageremos. He visto niños de primaria que sus madres mandan con bufanda, guantes y chamarras de nieve. Mamitas, a las 9 am la temperatura ya subió, es demasiado abrigo y muchos niños no se sacan todo y así sudan y se enferman. No exageren, ninias… No les van a impedir una gripa o un broncoespasmo por abrigarlos, quizás que hasta se lo provocan de esta forma.
Casualmente un pediatra que entrevisté me comentaba justamente eso: el exceso de abrigo en el invierno yucateco es contraproducente. Más vale poco, limpio, bien seco (sin sudor) y ya. Y si se suda, se cambia y listo, como el otro día que fui a un cumpleaños de niños y las mamás yucatecas andaban todas con una muda de playeras limpias para cambiar a sus nenés cuando ya chorreaban sudor de tanto corretear.
Hoy Abalá amaneció con 7 grados y Mocochá con 9 grados centígrados, está cabrón por esos lares. Las noches están similares, bien heladitas. Siento que es un tiempo óptimo para que aprovechemos a hacer cosas que el calor impide. No sé, salir a caminar o a andar en bici un poco más, llevar a los chicos al parque a la tarde, ir a la playa aunque no nos metamos al mar si tenemos frío, salir de paseo por municipios, aprovechar para recorrer el Centro Histórico, comer en un restaurante fuera, sin necesidad urgente del aire acondicionado… Esas cosas que el calor no invitan siempre a hacer porque nos agota o nos da hueva.
Yo los dejo por ahora. Me voy a recorrer como 18 cuadras a pie hasta el mercado de La Alemán, se me antojó un juguito de chaya y piña. Eso sí, hoy al tiempo.
Essaaaaaa te dio frío!!!! Te mandamos besos y muchos abrazos gabi, vero y lauti!
Los abrazo fuerte hasta allá!!! 😀