“Todos los días me emociono porque puedo vivir como quiero”
“Emoción”. Eso es lo que siente Nayra todas las mañanas cuando se despierta y hay un motivo fundamental: Desde hace cuatro años “puede ser ella misma”. Entonces se pone falda, muestra esas piernas divinas que mueven 1,73 de altura, se arregla el cabello precioso, largo y ondulado, se maquilla y sale a las calles de Sotuta FELIZ.
El 31 de marzo se celebra en el mundo el Día de la Visibilización de las Personas Trans y Nayra Jordana Alcocer es una de ellas. El género con el que nació no la identifica desde que era persona pequeña porque ella es, como dice, en esencia una mujer. Hoy la encontramos en el Festival de la Visibilidad Trans que se celebra en el Parque de la Mejorada y quién mejor que ella –oriunda de un municipio del interior del estado- para que nos cuente qué se siente ser transgénero en una comunidad.
“Yo me siento muy bien conmigo misma y siento que ser trans es ser libre en tu interior, estar en paz y vestirte como quieras sentir. Ser trans es una forma de expresarse en la vida”, explica.
Sin embargo y aunque hoy la vemos radiante, la vida no fue fácil para Nayra. “Tuve conciencia de mi identidad desde muy pequeña, tendría como siete años y sentía que mi cuerpo no era mi cuerpo, pero las creencias familiares y sociales no me dejaban expresarme”, relata.
Y llegó la adolescencia y entre los 13 y 14 años Nayra dice que la pasó “Muy feo”. “Había cambios en mi cuerpo que no entendía y el bullying que me hacían era terrible. Para colmo mi familia no lo tomó de la mejor manera al principio”, recuerda.
Sin embargo, el sentimiento de ser feliz y auténtica era más fuerte que las críticas, el bullying y todo el infierno que podía vivir en ese momento y a los 24 años, Nayra tuvo una revelación.
“Hace cuatro años sentí que se me iba la vida sin ser feliz y veía gente de 40 años a los que se les hacía imposible hacer su transición así que me dije: ‘Yo no voy a esperar a los 40, yo quiero vivir ahorita”, recuerda.
Así que un día en el que sentía “muy feliz”, Nayra decidió cambiar… Empezó a vestirse como mujer y arrancó con su tratamiento hormonal. Y desde entonces la vida le dio un giro positivo de 180 grados.
“Todos los días me emociono porque me puedo vestir y vivir como quiero. Aquí en Sotuta nos conocemos todos y mis vecinos me aceptan y me tratan bien, como siempre, como si yo no hubiera cambiado. Y gané muchos más amigos de los que perdí. Mi transición fue más ganancia que pérdida”, asegura, claramente emocionada.
Su familia –ocho hermanas y hermanos y su mamá- aceptan a Nayra como persona trans y eso la hace más feliz todavía. “Mi mamá me dijo un día: ‘Pues ni modos, eres mi hijo y yo te acepto como eres’. Paso mucho tiempo con mi mamá, emprendemos juntas y ella me dice Nayra, aunque algunas se le escapa y me dice Daniel”, cuenta, riéndose.
Hoy Nayra vive en Sotuta, trabaja en el Ayuntamiento, emprende unos pirograbados hermosos con una amiga y comercializa blusas que su mamá borda divinamente. Además tiene un emprendimiento sustentable que se llama “Dando Lata”, en el cual la gente le regala latas usadas y ella las transforma en maceteros con plantitas nuevas. Una genialidad.
“Siento que en Sotuta la gente está cambiando la cabeza y eso es bueno. Hay que dejar ser libre a la gente para que sea feliz. Todas y todos tenemos derecho a vivir nuestra propia esencia, tenemos derecho a ser nosotras y nosotros mismo”, concluye, con emocionada y con una sonrisa de oreja a oreja.- Cecilia García Olivieri.
Sigan a Nayra en sus emprendimientos en redes sociales: @Coletivo Dando Lata y @Bordados Alma Isabel.