De guerras grandes y guerras chiquitas
Columna Sábado Sudaca
Por @LaFlacaDelAmor
El otro día me preguntaba ¿Pensarán los ucranianos en la pandemia? ¿Dónde quedó para ellos la sana distancia, los protocolos y los cubrebocas? De confinarse para evitar contagios por covid-19 pasaron a esconderse en “shelters” o a huir cruzando fronteras para que no los maten… ¿Y la reactivación económica? ¿Y la escuela presencial de los chicos? ¿Y las vacunas de refuerzos? ¿Y los semáforos epidemiológicos? Todo valió camote. Hay otras prioridades para no morirse ahorita.
Hace dos años escuchábamos hablar de una epidemia en China que nos pisaba los talones, pero era mejor mirar para otro lado hasta que claro, el Sars-Cov-2 llegó y entró sin tocar la puerta. Nos venía diciendo que estaba cerca, pero nos hacíamos los otarios (tontos en lunfardo). Y así nos fue.
Balance cortito y al pie: Un 2020 desastroso, encerrados, enfermos, internados y muertos. Un 2021 que fue parecido, pero con vacunas y que nos hizo entender, finalmente, que teníamos que vivir una “nueva normalidad” de una buena vez por todas ¿Te queda claro?
Y un 2022 que arrancó con una guerra y, aunque esté lejitos, nos toca a todos. Un tipo poderoso decide invadir un país vecino y lo hace, sin vueltas. Ya vamos para tres semanas de invasión y nadie pero nadie de afuera hace nada para evitarla.
El mundo apoya a Ucrania y desdeña a Rusia, todos empatizan con Vodolimir Zelensky –tipo carismático si los hay- y detestan a Vladimir Putin… Desde nuestros hogares nos ponemos en el lugar de los ucranianos, pero no hacemos nada por ellos. Claro, tu yo probablemente no tengamos el poder de hacerlo, pero ¿Los que lo tienen qué esperan para actuar? El aire huele tóxico, acecha un ataque nuclear ¿Y? Ná de ná. No pasa nada.
Hay empatía pero no compasión y con la empatía no vamos a ningún lado. Suena lindo, pero no alcanza. Nos ponemos intensas e intensos en redes sociales con el tema, pero todo cae en saco roto. Y los ucranianos se siguen muriendo y no precisamente de covid-19.
Hay mucho más en juego de lo que alcanzamos a ver. Cerrarle la llave financiera o hackearle el sistema a Putin no alcanza, por lo menos a corto plazo… Y las negociaciones se dilatan y la gente se sigue muriendo, sin cubrebocas. Tic-tac, tic-tac, el tiempo es tirano…
Marzo me agarra intensa o más de lo normal. En unos días cumplo años y típico, hago balancitos de esto y aquello y sé que en estos últimos tiempos fluí más y mejor y eso me pone contenta. Pero por más que me quiera y todo el shalalá del amor propio, también me involucro, me importa, siento sin tapar, me emociono, conecto, ardo, trueno, me caigo y me levanto.
Y quiero que todo esté mejor, más allá de mi amor propio. Todo eso del “self-love” y la autoestima está genial, sirve para empezar por uno, pero muchas y muchos se estancan ahí y no pueden mirar más allá de su propio ombligo. Cuidado con eso, gente… Cada día es más común y es un “WARNING” así de grande.
Empecemos con ejemplos chiquitos de no involucarse, sin hablar de la guerra grande que “nos queda lejos”.
–Te digo lo que siento y me vale madres lo que sientas tú, yo te comunico cómo estoy con “sinceridad” (¿o sincericidio? OJO CON ESTO, hay alguien más allá de tu ombligo lleno de pelusa).
–“¿Estás mal, te sientes mal? Pobreeeee… Ay, no te conté que el otro día fui….” (la gente que escucha pero no escucha, una constante).
–“Mi familia es lo primero, mi entorno es lo primero, mis amigues son lo primero, yo soy lo primero” (esto quiere decir, en pocas palabras: me vale madres el resto).
–“No te involucres, seguro después te van a pedir otra cosa” (involúcrate hasta donde y cuánto quieras y puedas, pero involúcrate).
-“A mí nunca me pasó eso” (Nadie está exento de nada, no pintes la raya porque se despinta en un abrir y cerrar de ojos).
–“No te invitamos porque pensamos que no podrías ir” (no supongas nada y si no quieres invitar a alguien, dile sin sincericidios por qué no lo haces. Responsabilidad afectiva, le dicen).
–“Lo estás haciendo mal” (criando mal, comprando mal, trabajando mal, educando mal, amando mal, jugando mal y muchos más gerundios. Nunca nadie les pidió opinión y tampoco brindan solución. A otro lado con este versito).
-“Algo habrá hecho” (frase patética si la dices, ni mereces comentario).
…Y la lista es interminable (pueden ustedes sumar algunas otras). A lo que voy es que ser sintiente, ponerse en el lugar del otro y hacer algo por el otro es BUENO y, en definitiva te suma a ti mismo. Siempre digo que hay que empezar por uno, por casa, con el entorno, los hijos, familia, amigos y después proyectarse al mundo. Sí, al mundo.
El otro día mi amigo Víctor me decía: “Hay mucha información pero poca experiencia de vida” y cuánta razón tiene. Muchas y muchos hablan parados arriba de sus bardas, pero no se han dado ni una mísera vuelta por la cuadra, el barrio, el estado, el país, el mundo.
La guerra está, la pandemia también y nosotros somos muy distintos a cómo éramos hace dos años. Que toda esta maraña de cosas que nos tocan vivir nos sirvan de algo, nos hagan un cachito mejores personas, más allá de nuestros ombligos y nuestro amor propio.
No más guerras chiquitas ni grandes.
Lindo sábado.
(La imagen de portada es del fotoperiodista catalán Emilio Morenatti para AP).