El derecho a vínculos respetuosos, sanos, amorosos y correspondientes
En el Día de San Valentín te presentamos dos palabras que suenan mucho en la actualidad y que si aprendes a usarlas bien, vas a ser más feliz. Hablamos de “RESPONSABILIDAD AFECTIVA” y las ponemos así bien grandes porque si las llevamos a la práctica, vamos a lograr vínculos sanos, distintos, empáticos y asertivos. La psicoterapeuta y tanatóloga Reyna Gómora nos platica sobre el tema y hasta con ejemplos, pasen y lean:
El tiempos complicados de “amor que duele” Vs. “deconstrucción del amor romántico”, hay una buena noticia: la posibilidad de desarrollar lazos y vínculos sanos existe y sólo hay que poner dos palabras en uso y ahí te van: “Responsabilidad afectiva” ¿Difícil? No, realmente… Pero conocerte bien te ayudará a llevarlas a la práctica y ser más feliz.
¿El amor romántico es la único forma de vincularnos con otras personas? No, no lo es… Por eso entender primero lo que nos pasa en los vínculos afectivos que establecemos es clave para aprender a potenciar la empatía, escuchar a la otra persona y entender claramente qué queremos y qué quiere la otra parte para seguir adelante… O no.
Platicar sobre estos temas con la psicoterapeuta y tanatóloga Reyna Gómora es realmente un gusto porque, más allá de tener bien en claro el concepto de responsabilidad afectiva, lo aterriza magníficamente para todas y todos en esta entrevista. Pasen, lean y compartan:
Pregunta con miles de respuestas y ahí te va: ¿Qué es el amor?
(Se ríe…) Para mí el amor es una mezcla de lo que siento, de lo que he aprendido y de lo que necesito como ser humano. Se han escrito ríos de tinta sobre qué es el amor y ciertamente no podría dar una definición. Para mí es lo que siento, necesito y he aprendido para hacer vínculos con los otros. El amor me nutre.
¿Cuáles son tus verbos preferidos para definir acciones de amor?
Compartir, sentir y responder. Y también la acción de la asertividad es fundamental para definir el amor.
En la Biblia, en Corintios 13, se habla del “Amor sufrido” ¿Cuándo y por qué crecimos con el concepto de que “El amor duele”?
Es una construcción social que tiene su origen judeo cristiano, basado en que “para merecer hay que sufrir”, la tienes que padecer. Es un aprendizaje absolutamente improductivo, pero está tan arraigado que aprender otras formas es mal visto, pasarla bien es mal visto. Hay una frase muy famosa de un comercial de helados que decía: “Es tan rico que parece pecado”. Ahí tienes la construcción como ejemplo. No nos enseñan a pasarla bien y por eso el amor duele, porque tenemos que pasarla mal. Es más, muchas veces cuando sentimos nuestras relaciones tranquilas, cordiales y amorosas, nos parecen aburridas.
¿Cómo paramos de sufrir entonces por amor? ¿Cómo nos alejamos de ese lugar?
Cuando aprendemos a conocernos y se da “infortunadamente” en terapia, porque nos tendrían que enseñar nuestros padres a hacerlo, pero ellos tampoco lo saben porque no se los enseñaron y por eso nosotros tenemos que buscar nuevos aprendizajes. La terapia nos permite mostrar que hay otras formas y maneras. Los vínculos se pueden actualizar con vínculos seguros, con un buen trato, que ofrezcan respeto para vincularme de una manera sana. Si no aprendí a hacerlo, no lo voy a aceptar porque no sé que es eso, no me resulta conocido y así me alejo de lo productivo y nutritivo. A partir de conocernos, aprendemos una forma sana de relación y nos salimos de círculos viciosos para nutrir nuestras relaciones.
¿Como tanatóloga: has tenidos casos de “muerte” de amor?
El amor es algo que te nutre, si no te está nutriendo no es amor. Como tanatóloga se han acercado a consultar personas cuando se terminó una relación (un divorcio o hasta un noviazgo) ¿Por qué es tan fuerte este sentimiento como de muerte? Porque se rompe un vínculo importante para nosotros y eso es un duelo, vivimos una perdida. Y a un duelo respondemos como hemos aprendido: algunos tienen recursos para reconstruir sus vidas y algunos no. Los que no los tienen pueden vivir momentos complicados porque el duelo puede generar patologías y hasta depresión.
Hay una nueva corriente que podría sacarnos de este pozo y se llama “Responsabilidad afectiva” para generar vínculos sanos. Cuéntanos de qué se trata.
Responsabilidad afectiva es un término actual que viene de propuestas de movimientos feministas, que incluso abordan también la deconstrucción del amor romántico. En términos sencillos, la responsabilidad afectiva es cuidarse de forma mutua y comprender que lo que yo hago tiene un impacto en el otro, mis conductas tienen un impacto en la otra persona. La responsabilidad afectiva tiene que ver con vínculos sanos de pareja, pero también familiares, laborales, entre amigos… Significa hacerme responsable de lo que estoy diciendo y haciendo y que eso impacte de manera nutritiva y productiva en las relaciones -con o sin título- que tengamos.
Abarca a todas, todos y todes… ¿Por qué es importante la inclusión?
Porque somos seres humanos, seres sociables, generamos vínculos para sobrevivir. Y a partir de vincularnos, podemos compartir, sentirnos seguros, contenidos y hasta protegidos. Es una necesidad biológica.
Nos llenamos la boca hablando de “empatía”, de ponernos en el lugar del otro… ¿Basta? ¿O hace falta también involucrarnos, sentir compasión, hacer algo por el otro?
En la responsabilidad afectiva, si siento empatía estoy permitiendo un vínculo y lo voy a hacer respetuosamente, hablando, con preguntas y dando propuestas porque me importa la otra persona. Y sentir compasión también es fundamental porque también me importa cómo se siente el o la otra. El tema que vuelve todo esto muy complicado es que las personas no se conocen a sí mismas porque vivimos en una sociedad egocentrista, que satisface las necesidades inmediatas e importa lo que yo quiero y punto. Hablar de responsabilidad afectiva implica que sucedan estos pasos de conocernos a nosotros mismos para generar vínculos sanos con los demás.
Sin embargo, también sucede algo: hablamos de “tener vínculos sanos” pero hay una queja constante de muchas personas de que esto aleja del compromiso ¿Es así?
Lo que pasa es que la monogamia no es la única forma de relacionarnos, por eso para que haya vínculos sanos debe haber asertividad, si yo no soy asertiva voy a provocar confusiones en la comunicación con la otra persona. Si quiero compromiso, responsabilidad, afecto y amor que se comparta, pero no quiero una relación exclusiva, monógama, hegemónica, también es válido, pero se tiene que hablar. Para ser asertiva necesito conocerme y ser muy honesta conmigo misma. Si no me conozco, no voy a poder decirle a la otra persona qué es importante para mí y así mis acciones no serán congruentes. Quizás no hay compromiso y sólo quiero pasarla bien. Y si me quiero comprometer y pasarla bien tú debes saber si lo aceptas o no.
Danos algún ejemplo para poner en uso la responsabilidad afectiva.
Te doy tres. Uno: “tu me gustas, pero no quiero una relación, lo digo desde un principio, me gustas mucho, no quiero una relación y quisiera que pudiéramos ser pareja sexual ¿Qué dices?” Eso es responsabilidad afectiva. Digo mi intención, no engaño y la otra persona, quien puede decidir abiertamente si quiere o no esta situación.
Otro: en un matrimonio se me acabó el amor y estoy por los hijos o por apariencia social. Si no lo digo, empieza este asunto de llegar tarde, de que ya no existan espacios para la pareja los fines de semana, de que estamos muy ocupados… Es importante plantear: “Ya no siento amor por ti y podemos seguir viviendo juntos y con nuestros acuerdos financieros, pero ya no hay amor. Te quiero mucho como persona, pero a nivel parea ya no”. Por eso la comunicación y la asertividad es básica.
Tercer caso: Cuando ya no quieres seguir conociendo a una persona y en lugar de hacer “ghosting”, plantear que ya no te sientes cómoda, que no es lo que estás buscando. “Gracias por lo que compartimos, pero yo me retiro de este vínculo, me despido”. No siempre es agradable la responsabilidad afectiva, pero sí es asertiva y real.
Danos un mensaje para San Valentín
Nos toca conocernos y reconocer que tipo e vínculos estamos aceptando porque todas las personas tenemos derecho a vínculos respetuosos, sanos, amorosos y correspondientes.- Cecilia García Olivieri.