Congruencia
Butaca Alta
Por Roberto Acevedo Acosta
El 5 de marzo de 2020 los medios deportivos mexicanos dieron seguimiento a una publicación de una revista de espectáculos donde se afirmaba que el jugador ecuatoriano del América, Renato Ibarra, junto con algunos de sus familiares, habían agredido física y verbalmente a su pareja, Lucely Chalá, por lo cual había sido detenido por la policía de la Ciudad de México.
Este hecho fue motivo suficiente para que saliera a la luz pública el conflicto del jugador y su pareja, lo cual trajo el escándalo y la petición de su salida del América.
Por muchos días, el tema de Renato Ibarra ocupó las portadas de muchos periódicos, pero finalmente Lucely Chalá le otorgó el perdón y las cosas entre los involucrados aparentemente quedaron en buenos términos.
Mientras eso pasaba el América, ante la presión mediática que pedía el despido del jugador, optó por una estrategia de perfil bajo que terminó cuando mandaron al jugador al Atlas en calidad de préstamo.
Con una temporada” buena” con Atlas, Renato terminó su préstamo y entonces surgió la interrogante: ¿Qué va hacer el América con el jugador? que si bien es cierto tenía el perdón de su ex pareja, pero no de la afición, especialmente de las mujeres.
Pues bien, con el pretexto de “no contar con un jugador de características similares”, además de estar bajo contrato, el América -para este 2021- no solo incorporó al ecuatoriano sino lo alineó en su último partido del torneo, donde Ibarra hizo un gol en la victoria ante Xolos de Tijuana.
Inmediatamente las redes sociales reaccionaron ante la reaparición de Renato Ibarra en el cuadro azulcrema. La mayoría de los comentarios fueron en un sentido negativo, pidiendo congruencia para la directiva del equipo.
Porque más allá de lo que deportivamente el jugador le puede aportar al equipo, su inclusión deja un mal sabor de boca si lo que se busca es vender la idea de que los equipos mexicanos son instituciones de valores.
Ojo, no estamos diciendo que por una situación extra cancha se debe de acabar la carrera del jugador, sino que esta clase de comportamiento no tiene cabida en el fútbol azteca, o por lo menos no en una institución como América, que presume ser una de las más importantes y con un alto poder de convocatoria entre los mexicanos.
En esta ocasión se equivoca el América porque no solo tiene entre sus aficionados a hombres, sino también a mujeres, quienes seguramente van a cuestionar lo que está pasando en el equipo, sobretodo con un jugador con el antecedente de Renato Ibarra.
Congruencia es lo mínimo que se le pide al equipo o a sus directivos, porque de no hacerlo hay una falta de respeto para la afición femenina de la institución, y peor aún, basta recordar que el América tiene un equipo que lo representa en la liga femenil mexicana.
¿Qué sentirán las jugadoras americanistas al saber que su directiva pasó de largo una agresión hacia una mujer? Armando una estrategia donde la apuesta fue al olvido de la afición, para después con argumentos muy cuestionables reincorporar al jugador.
¿Qué pensarán?