“Oh, vamo los Stones, los Stones, los Stones, vamo los Stones”
Columna de martes
Por Érica Salerno Huerga
Como casi todos los martes -día que me toca hacer turno doble en el currele- hoy fui con ropa más cómoda, jeans y una camiseta de The Rolling Stones. Está vieja, bastante descolorida, pero guardo en ella y en mi corazón un concierto imborrable y mucho más que eso…
Corría el año 2015 y comprar los tickets para un recital de The Rolling Stones en Argentina implicaron una noche literal sin dormir. La venta era online y arrancaba a las 00:00 horas de un día de finales de ese año, para verlos en acción al año siguiente, en 2016.
Recuerdo que llegué a mi casa a las 3 pm del trabajo, comí algo, dormí una siesta monumental –creo que hasta las 9 pm- porque había que afrontar una noche dura: ¡Tenía que conseguir sí o sí dos tickets para el concierto!
A las 11pm entré a la página y pude loguearme sin problemas pero ya estaba en lista de espera. Mi corazón explotaba y cuando a la medianoche me dieron mi número en la lista era casi el 5,000…. Joder, eran muchos fanáticos delante de mí.
Después de mucho mate para mantenerme despierta, no sé cuántos cigarros y con un primera día “Sold Out”, mi corazón pasaba de la euforia a la depresión y viceversa. Alrededor de las 4:30 am me apareció un cartelito mágico en la pantalla: “Puede comprar dos tickets en campo”. Hice todo, me dio el ok y recibí luego el mail de confirmación: Mi sobrino y yo iríamos a ver a las Majestades Satánicas… Para mí sería la quinta vez y para Tomás su primera vez. La alegría me desbordaba, grité, bailé de alegría y ni cuenta me di que me fui a trabajar sin dormir.
La fecha fue en febrero de 2016 y ese día mi sobrino me pasó a buscar por el trabajo y nos fuimos directo al Estadio Único de La Plata, en la provincia de Buenos Aires. Durante el viaje –llenos de ansiedad y adrenalina- escuchábamos la radio y nos cruzábamos con cientos de autos abanderados con la legendaria lengua. Nos saludábamos todos como si fuéramos familia… Y en cierta forma lo éramos, lo somos.
Juntos palpitábamos ese momento de encontrarnos todos en el estadio pero antes, claro, un chori, una cerveza (o dos o tres…) y a seguir viaje.
Y aunque para mi no era mi primero concierto de los Rolling Stones (antes los había visto con mi cuñado Ariel y con mi amiga Silvina), verlos con mi sobri Tomás era mágico para los dos y las expectativas nos sobrepasaban.
Este vídeo que ves lo grabó Tomi en la apertura del show y así como sientes que todo vibra, así lo vivimos nosotros.
Porque no sólo fue el concierto, fue todo el viaje mental y físico para llegar a verlos. En Sudamérica no es tan “normal” ver a estos genios del rock universal y poder vivirlo en carne propia era como presenciar un mundial en el que ganábamos nosotros y todos éramos uno, sin distinción de clases sociales, títulos universitarios ni ningún status social que valga. Estábamos todos juntos y en éxtasis, al ritmo de “(I can’t get no) Satisfaction”
Hoy vivo en Barcelona y a las 6:52 pm hora europea recibí un whatsapp de mi sobrino Tomás que anunciaba la muerte de Sir Charlie Watts. Se me hizo un nudo en la garganta, me saltaron las lágrimas y lloré por la muerte de un músico increíble y sobre todo irremplazable.
Ya se empieza a juntar la banda, ya está Charlie con Brian Jones. Lo único que pido es que avisen si están donde yo creo que están (abajo, con Satán), para que, cuando me toque la hora, poder ver a los cinco Stones, otra vez juntos ?.