“No somos de hoy, no somos nuevas, estuvimos y estamos siempre”
El trabajo dignifica, decía Karl Marx ¿Siempre? Debería ser así, pero no pasa en toda ocasión. Muñeca Aguilar es mujer transgénero yucateca, activista, bartender y trabajadora sexual. Por eso hoy, en el Día Internacional de la Trabajadora Sexual, Muñe nos cuenta cómo es su chamba, cómo se siente, cómo la ven y qué espera para que este trabajo sí la dignifique
No puede recibir llamadas en su celular y me atiende desde otro teléfono. Siempre atenta y amorosa, me pide disculpas porque, mientras platicamos, tiene que ir a la tiendita a comprar unas cosas que le faltan. “Es que no cobré todavía, porque normalmente voy al súper”, me relata, mientras pide jabón en polvo para lavar trastes. Ella es Muñeca Aguilar, mujer yucateca transgénero, bartender, activista trans y trabajadora sexual. Busca como todas y todos, llegar a fin de mes, tener recursos para cuidar a su mamá enferma en su caso, avanzar en la vida y ser feliz. Así, cortito y al pie.
Platicar con Muñe es un gusto además porque tiene la cabeza clara. Hoy día labora de trabajadora sexual “por necesidad”, dice, porque no le alcanza el dinero. Y por su cabeza clara y emprendedora, su perspectiva de género y su ganas de compartir experiencias, creemos que es la persona indicada para que hoy platiquemos con ella, en el Día Internacional de la Trabajadora Sexual. Porque el trabajo -el que tengas- debería dignificarnos a todas, todos y todes. Sin medias tintas, Muñe nos cuenta de qué se trata su chamba de trabajadora sexual, como se siente, como siente que la ven y qué espera… No te lo pierdas:
Defínete en pocas palabras, como si fuera un tweet
Bartender, hija, activista trans y trabajadora sexual por necesidad.
¿Cómo definirías tu chamba? ¿Qué es ser trabajadora sexual?
Una trabajadora sexual es una persona que ofrece un servicio sexual de su cuerpo para el consumo de cualquier otra persona.
Hay muchos mitos y leyendas en torno a tu oficio. Cuéntanos cómo es hoy un día tuyo de trabajo
Existen diferentes formas de ejercer el trabajo sexual. Un día normal para mí, para Muñeca, es estar pendiente de las páginas web donde se solicitan los servicios y subir anuncios y esperar que te escriban para informes del servicio. Siempre corres el riesgo de llegar a un lugar donde se solicitó el servicio y toparte con una persona misógina, transfóbica, machista o psicópata, entre otras cosas. O con más de una persona y puedes ser torturada, violada o asesinada. Vivimos así, trabajamos así. Hay situaciones agradables o chidas en las que te contactan para platicar, para ser escuchados o escuchadas, te invitan a cenar, te erotizan el cuerpo y no es meramente coito. Y aunque el sexo no siempre es satisfactorio, en estas ocasiones vuelves a tu casa feliz porque el dinero que ganaste te permite pagar tu renta, tu luz, tu agua, tu comida y medicamentos. Nuestro cuerpo no se vende, se ofrece como un servicio. Lo que siempre hago es llegar a un acuerdo con la persona que me contrató antes de brindar el servicio.
¿Qué paso con tu chamba en pandemia?
Permeó bastante la discriminación y la falta de acceso a la salud de las trabajadoras sexuales, sobre todo las de la calle. Los hoteles cerraron al principio y aunque ahora hay más reapertura económica, ya no hay tanto trabajo como antes.
¿Qué tipo de clientes tienes y qué buscan en un encuentro?
Hay una gama bastante amplia de clientes: desde trabajadores de la construcción, plomeros, maestros hasta personas dueñas de empresas que solicitan el servicio. Hasta los que menos tienen juntan su dinero. Y no trabajo sólo con hombres, también hay mujeres y de distintas clases sociales que buscan un servicio. La mayoría quiere satisfacción sexual, pero existen ocasiones en las que buscan una plática o contención. También existe quien te quiere sacar de esto y se vuelve tu “sugar daddy”, me ha pasado. Como decía antes, siempre trato de llegar a un acuerdo con la persona que contrata el servicio y hoy día prefiero mi integridad antes que nada. Mi madre siempre me dice que tiene miedo que vaya a un servicio y no regrese.
¿Cómo te sientes cómo trabajadora sexual y cómo sientes que te ve la sociedad? ¿Hay más apertura hoy día?
Creo que sí hay más apertura, pero es en el círculo de amistades que me rodea, que comprenden mi trabajo. De otra manera he sido excluida de grupos de amigos y hasta de familia y hay patrones o jefes que cuando se enteran de qué trabajas para completar tus ingresos, les agarra la “cipridofobia” o “putofobia” y tienen miedo que les contagiemos VIH u otras enfermedades de transmisión sexual… Además de que para estas personas no somos dignas ni hornadas. Personalmente no me siento a gusto en este trabajo, pero la pandemia me tiene en esto. Si tengo un trabajo que me gusta como ser bartender o gestora cultural, esto se vuelve un extra y me da oportunidades mayores. Yo decido sobre mi cuerpo y qué quiero hacer con él.
¿Qué onda con la revictimización? ¿Sientes eso de parte de la gente?
Es importante la victimización entre nosotras pero la revictimización nos la hacen las personas abolicionistas o putofóbicas, que le tienen miedo al trabajo sexual y al disfrute y goce del cuerpo. Las personas que nos revictimizan sienten la sexualidad como un tabú y creen que hacemos esto por el capitalismo y que estamos fortaleciendo el patriarcado, cuando es una decisión nuestra. Claro que existe la trata de blancas también, lo he visto y hasta lo he vivido en cierta forma en algún momento de mi vida. Ahora soy totalmente independiente en mi trabajo y yo decido.
¿Por qué es necesario legislar el trabajo sexual?
Porque muchas mujeres que trabajan en la calle no están ahí por gusto, la mayoría son migrantes, sin estudios, han sido violadas en sus familias, huyeron o fueron expulsadas de sus casas y algunas tienen que mantener a sus hijos. Y no siempre encuentras rápido otro trabajo para mantenerte y comer y el trabajo sexual en ese sentido te ayuda. La importancia de legislar es darle a estas mujeres derechos de acceso a la salud y la seguridad pública. Y no sólo a ellas, también a las que deciden trabajar de esto aunque no estén en una situación tan vulnerable. Hoy día la justicia no te ampara tampoco y no te atiende con perspectiva de género.
¿Se puede vivir de ser trabajadora sexual?
Sí se puede y hasta vivir lujosamente, no es generalizado pero existe, sobre todo las de piel blanca y cuerpos de consumo: delgadas con busto, nalgas, caderas y bellas piernas.
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El trabajo sexual es un trabajo digno y todas las mujeres trabajadoras sexuales merecen dignidad, respeto y los mismos derechos que cualquier persona. Si el presidente fuera hijo de una puta, seguramente le daría a todas las mujeres la misma dignidad. Se necesita que se legisle a favor de este sector vulnerable y marginado porque es una deuda histórica. No somos de hoy, no somos nuevas, estuvimos y estamos siempre.- Cecilia García Olivieri.
(Las imágenes son del fotoperiodista Cuauhtémoc Moreno).