“Nunca se rindan”
Personaje de la semana: Jetro, el violinista del Olimpo
Tiene 16 años y ofrece música a los transeúntes que pasan por los bajos del Centro Cultural Olimpo. El cuerpo le pone una adversidad para tocar el violín pero Jetro, decidido, da todo de sí para tocar ese instrumento que lo hace vibrar
Vienes caminando por los bajos del Palacio Municipal y cuando llegas a la escarpa del Centro Cultural Olimpo, se escucha su música. Suave, vibrante, acogedora. El violín que hace sonar Jetro invita a detenerse un momento no sólo en el tiempo, sino también en el espacio. Da paz escucharlo y parece un oasis en la locura de gente y bocinazos de pleno Centro Histórico.
Jetro tiene 16 años y toca el violín cerca de la entrada del Olimpo. A cambio de su música, algunos transeúntes le dejan dinero. Todo podría sonar muy común, pero hay un dato diferente, que salta a la vista: Jetro toca el violín a pesar de las adversidades que le pone su propio cuerpo.
Cuando nació le diagnosticaron escoliosis, que es una curvatura hacia los lados en la columna vertebral y una rara enfermedad que se llama síndrome de Klippel, que se caracteriza por la fusión congénita de dos de las siete vértebras cervicales. Esto hace que Jetro tenga una postura inclinada, con la cabeza hacia un lado y parece que tocar el violín para él se vuelve una misión titánica.
… Pero la adversidad se esfuma y la música sale… Porque, como dice él, nunca hay que rendirse.
Jetro no es un músico desde niño, él empezó a tocar el violín hace poco más de un año ¿Por qué eligió este instrumento y no otro? Le preguntamos. “Lo elegí porque su sonido es nítido y suave si lo sabes tocar bien. Para mí es un instrumento fabuloso y cada vez que lo toco, siento su vibración y eso me provoca un sentimiento muy padre”, cuenta, con una sonrisa.
Le preguntamos qué hacía tocando el violín un jueves, a eso de las 11 am, en lugar de estar en la escuela. “Por desgracia –aclara- no pude pasar mi examen de admisión y voy retomar el próximo año”, asegura.
Hoy sigue estudiando música y dice que cada vez que viene a tocar a los bajos del Olimpo, gana lana ¿Cuánto? Le preguntamos. “Eso no se puede decir…”, responde, divertido. En el estuche del violín vimos unas cuentas monedas.
También explica que el dinero que gana lo usa para darle mantenimiento al instrumento –el segundo que tiene y que él mismo se compró-. “Las cuerdas son caras y darle mantenimiento a la madera también, así que lo que gano lo invierto en el instrumento”, relata.
Le preguntamos sobre la enfermedad congénita que tiene y nos explica que no es fácil para él tocar el violín ya que necesita las dos manos para algunas técnicas y su brazo y mano derechas no están bien.
“Sin embargo lo intenté mucho y logré las técnicas. Hay que insistir siempre cuando algo te gusta hasta lograrlo”, enfatiza.
¿Y qué mensaje le darías a los chavos de tu edad que quieran dedicarse a la música? Le preguntamos. Enseguida, Jetro pone una mirada determinante, acomoda su violín bajo el mentón y antes de comenzar otra melodía nos dice: “Que nunca se rindan”.- CGO.