“No hay futuro, aquí vivimos al día y mañana quien sabe”
Luego de una investigación exhaustiva de años, la doctora Fátima Flores y su equipo está a punto de presentar una trabajo sobre cómo viven los celestunenses, rodeados de situaciones de vulnerabilidad y encapsulados en un tiempo sin futuro. Ojalá que este trabajo sirva para generar cambios
“Adversidad en el Paraíso” parece el título de una novela pero no, es la pura vida real. El paraíso es Celestún, un municipio ubicado a 95 kilómetros de la capital de Yucatán donde la magia de la naturaleza hace de las suyas y te maravilla… Este municipio forma parte del Patrimonio Mundial de la Reserva Especial de la Biósfera y si seguramente alguna vez lo visitaste y te maravillaste con su flora y fauna, los flamencos, su ría y cenotes.
Pero en el “paraíso” pasan “otras” cosas que tienen que ver con su gente, con la forma en la que viven y conviven. Y ahí el paraíso se vuelve adverso y, algunas veces, aterrador.
“Adversidad en el Paraíso” es el nombre que la doctora Fátima Flores y su equipo le pusieron a una investigación extensa, minuciosa, de muchísimo trabajo de campo e interacción con la comunidad y que dio como resultado, luego de cinco años, un proyecto casi terminado y próximo a presentarse y que, seguramente –y eso esperamos- dará de qué hablar.
Sumario Yucatán platicó con la doctora en Psicología Social y de la Salud Fátima Flores, quien es investigadora titular del área de Representación Social, Género y Vulnerabilidad del Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales, UNAM (Cephcis). Ella y su equipo realizaron un trabajo de cinco años sobre las interacciones sociales en Celestún a partir de vivir en un contexto de pobreza y alta vulnerablidad. Esto genera, explica la investigadora, alta tensión no sólo económica, sino también psicosocial. “Las comunidades a partir de un estado de malestar en el que cohabitan, viven una situación cada vez más violenta al interior de la familia y eso genera daño psicosocial que impacta en la vida y el posible bienestar de la comunidad”, señala.
De acuerdo a un censo de población de 2010, en Celestún viven 6,831 habitantes. Fátima calcula que, además, hay una población flotante de entre dos mil y tres mil personas y entre un 80 y 90% del total vive en la pobreza.
“Cuando comenzamos la investigación, detectamos una gran vulnerabilidad en la sociedad celestunense e hicimos durante años diagnósticos para hablar con datos fehacientes que la misma población nos fue enumerando y lo logramos yendo a la comunidad de jueves a domingo para convivir con ellos”, detalla.
VIOLENCIA Y ABANDONO SIN FUTURO
Y la información recabada fue contundente y eriza la piel: De acuerdo a la investigación y el trabajo de campo, el equipo reconoció en Celestún un alto consumo de drogas, alcoholismo, violencia familiar y colectiva (la que se genera en los espacios públicos), embarazos adolescentes como una salida a la adversidad –“Creyendo que se pueden reinvidicar, pero al nacer el bebé estas mujeres vuelven a quedar en el oscurantismo”, explica Fátima-, conflictos de territorio marítimo con Campeche por culpa de la pesca furtiva y una falta de visión de futuro generalizada en la población.
“El embarazo a temprana edad potencia a las adolescentes y cuando nace el bebé entran en una ‘Indefinición de género’, aprendida a partir de la vinculación y los modelos de las madres y abuelas y este tema es recurrente de generación en generación. No es verdad que hayamos concluido con estos procesos, la vulnerabilidad de género sigue transmitiéndose, sobre todo en las comunidades más abandonadas”, indica la investigadora.
Y si hablamos de los hombres celestunenses, la doctora en Psicología Social nos cuenta que hay una resistencia naturalizada por parte de ellos a toda esta problemática. “Partimos del hecho de que el hombre sigue siendo el proveedor en términos generales y se encarga por ende de criar a su prole y, cuando no hay pesca, el hombre proveedor se siente que está fallando y esto afecta porque además, cuando sí hay dinero, se gasta para beber con índices de alcoholismo impresionantes. La gente en Celestún no guarda el dinero, no hay previsión y así como se gana, se gasta”, sentencia.
Y como Fátima puntualiza en los temas que reconocieron en el trabajo de campo, la falta de visualización del futuro del celestunense ayuda aún menos a mejor la situación. “Platicando con un pescador, me dijo ‘No hay futuro, aquí vivimos al día y mañana quien sabe’… En Celestún los habitantes viven en una dimensión de tiempo también diferente el nuestro, alejados de una dinámica urbana y que uno considera generalizada. Ellos viven en su mundo, encapsulado en su tierra y difícilmente salen de su puerto”, señala.
Y además de los embarazos en edad adolescente, el “ser mujer” en Celestún está totalmente dimensionado a servir, cuidad y proteger a los otros. “La mayoría de las habitantes tienen un nivel de educación bastante bajo y el abandono de verse potenciadas desarrollando otra actividad que no sea la pachocha o la fileteada, queda lejos de su imaginario. Sin embargo son mujeres fuertes, muy trabajadoras y cuando no hay pesca, ellas se encargan de la manutención de la familia limpiando casas, haciendo comidas o vendiendo ropa y así sostienen el gasto familiar”, explica.
Para la investigadora urge que el propio ayuntamiento de Celestún trabaje en pro de su gente. “El problema es que hay personas en cargos públicos sin preparación en generar políticas públicas, no hay servicios de salud adecuados en el puerto y la basura es otro gran problema que trae situaciones de vulnerabilidad para la salud”, detalla.
¿Y los que tienen recursos económicos en Celestún cómo viven? Le preguntamos. Además de que comenta que es sólo una pequeña parte de la población, la investigadora recalca que no se vinculan con el resto de la comunidad para generar estados de bienestar. “Es más, mandan a sus hijos a estudiar a Mérida, por ejemplo. Tambié en Celestún viven muchos extranjeros que tampoco interaccionan con la comunidad y hay mucha población flotante por el tema de la pesca”, explica.
POTENCIAR CAPACIDADES
La investigación de la doctora Fátima y su equipo tiene una meta muy clara y, esperamos, realizable. “Nuestra propuesta es potenciar las capacidades de los hombres y las mujeres que han vivido todo este tiempo en condiciones de alta vulnerabilidad porque tienen los recursos para generar otro tipo de condición social. Se necesitan proyectos productivos, sentidos de bienestar desde sus propias experiencias, campañas de prevención por parte de la Secretaría de las Mujeres (Semujeres) y sobre todo un trabajo en conjunto para sumar esfuerzos entre el gobierno, la universidad, organizaciones no gubernamentales y la misma sociedad… Esto logrará que los celestunenses empiecen a ser capaces de generar otros tipo de recursos y esto va a repercutir en sus hijos, sin duda”, asegura.
Y sobre las mujeres celestunenses, Fátima es contundente y generadora de sororidad: “Queremos que las mujeres de Celestún puedan transformar su propia realidad, generar recursos y mantener una autonomía sin seguir padeciendo y sosteniendo un sistema de violencia y maltrato cotidiano. Y como la cadena se reproduce en el ‘Naciste mujer y tu destino será el que viste en tu madre o tu abuela’, queremos con este trabajo contribuir para terminar con eso y llamar la atención para generar políticas públicas que incidan en el rompimiento de las subjetividades hegemónicas que generan roles convencionales de identidad”, puntualiza.
“Adversidad en el Paraíso” será presentada en noviembre próximo para conocimiento de instituciones públicas, académicas, ONG’s y sociedad en general.- Cecilia García Olivieri.